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10/22/2014 Por: Ing. Leonardo Pérez
Si ni usted ni yo nunca logramos comprarnos unos trapos diseñados por Oscar
De La Renta, por qué hoy lo ponemos en un altar imponente?
Acaso solo somos víctimas del modelo capitalista que nos marca la distancia
entre los que pueden y los que nunca podremos a través del área del llamado
buen vestir. A Óscar de la Renta lo felicito por su talento y progreso
económico personal, pero al final el no diseñaba pensando en mí, lo
hacías para una industria insaciable que busca a través de publicidad y fantasías
visuales hacernos sentir que nuestro éxito radica en SOBRE-PAGAR por unos
abrigos contra el frío solo por sus etiquetas, arrancando de nuestras familias
y sociedad la capacidad económica de responder a otras necesidades para
tributarle a los millonarios el impuesto de querer parecernos a ellos.
Esta bien que lo celebren Los Clintons, Los Iglesias y las estrellas de la
imagen mundial, puesto que su
arte fue tomado como un símbolo de esa clase burócrata que se maravilla en mostrarnos que pueden
comprar sus diseños y claro que era un hombre bueno y solidario, por eso los principales
medios de la alta saciedad europea y norteamericana lo promueven con un ente de apacibilidad
entre la clases. Pero que mi estado aterrice en la realidad de la mayoría de los
dominicanos y comparta algo de sus muchos elogios desbordante de estos días con los
profesores y médicos que a diario mendigan por servir a nuestra sociedad con un
salario digno entre trapos viejos sin etiqueta... Nada contra Óscar, al igual qué muchos
peloteros y músicos que dejan saber en que país nacieron nos hacen sentir orgullosos y que compartan con sus humildes vecinos del mucho dinero
que reciben del sistema por su forma de entretenerlos y dinamizar el mercado
haciendo que la gente gaste más dinero del necesario en discos, ropas y
boletos esta cool; pero mi problema es con el sistema que nos hace esclavos de un estilo de vida paradigmatico y
manipulado que busca que los que están arriba en la pirámides se queden ahí por
la eternidad.