A Juan Roble lo conocí siendo yo un niño. Seria en los años de mediado de la década del 50, cuando el estando casado con Josefina Fernandez, visitaba con frecuencia a Baitoa.
Recuerdo su elegante figura, su pausado caminar, pero sobretodo, recuerdo su gran calidad humana. Esa fina educacion, esa decencia al hablar y tratar a los demás.
Quien tuvo la dicha de conocer y ser su amigo, como es mi caso, estará de acuerdo conmigo, en que fue un ejemplo a seguir en cuanto a como debe ser un ciudadano.
El fue oriundo de Cambita, San Cristóbal, pero se puede decir que también fue un excelente baitoero. Anoche jueves, estuve, junto a Victoria en la funeraria, donde fuimos a decir un hasta luego a este estimado amigo y manifestarle que sabemos esperara junto al Dios eterno el día de nuestro reencuentro. DESCANSA EN PAZ, GRAN AMIGO.