En una tarde que nunca olvidará, Josh Hamilton se despertó caminando en medio de una autopista en Carolina del Norte. No sabía que hacía ahí. Ni estaba seguro de cómo llegó. Finalmente, en medio de las pesadas brumas que produce el crack, recordó que se había quedado accidentado mientras buscaba a alguien que le vendiera drogas.
El jardinero Josh Hamilton es la crónica del héroe.
Firmado por casi $4 millones por los entonces Devil Rays de Tampa Bay, Hamilton, quien era el más grande jugador del high school en su momento, se desvió de las líneas de cal de los terrenos de béisbol para seguir en forma febril las rayas blancas de la cocaína y otras especies alucinógenas.
Perdió la brújula y nunca más supo llegar al estadio. Desde el 2002 hasta el 2006 no jugó béisbol, mientras su matrimonio y su vida se desmoronaban.
Pero aquellos sombríos días en los que deseaba no despertar nunca más quedaron atrás para Hamilton. Se topó con una abuela que lo regañó como nadie lo había hecho, con un Jesucristo que le enseñó el camino hacia la redención y con una oportunidad de revivir el sueño que siempre tuvo: jugar en las Grandes Ligas.
La Historia:
"Tengo que darle gracias a Dios por haber podido salir de ese mundo en el que me metí, Dios es maravilloso. Hice muchas cosas malas, gasté todo el dinero del bono e inclusive tuve que pedir prestado para seguir consumiendo, dormí en un remolque, caminé varios kilómetros sobre la línea amarilla de una autopista en Raleigh (con los autos rozándome a ambos lados), empeñé y rompí muchas cosas, también fui a la cárcel. Mi familia me apoyó siempre, pese a mi agresión. Recuerdo que mi esposa me decía que podía volver a jugar, que había un plan grande de Dios para mí, yo sólo le decía que se alejara, que parara de hablar. En 6 ocasiones me llevaron a Programas de rehabilitación, pero volvía a caer, pasó así por más de 3 años.
Llegó el momento que no quería vivir más, no quería seguir consumiendo crack, pero no podía evitarlo. Mi esposa Kathy me decía que Dios me amaba, que tenía un propósito para mí, pero no la entendía; ahora sé que Dios es la única explicación para haber salido de ese infierno. Hoy entiendo que soy un hombre con una misión, un ejemplo de que nunca hay que perder la esperanza. Mucha gente lucha contra adicciones y creen que no podrán ganar la batalla, pero yo lo he conseguido, así que ellos también pueden; ahora entiendo que el Béisbol es una plataforma y yo soy un mensajero de esperanza.
Mientras estuve en ese oscuro mundo, me hice 26 tatuajes que hoy no puedo borrar, como tampoco mi pasado. Están allí, para que la gente vea de dónde vengo y cuánto daño puedes llegar a hacerte, antes soñaba con el diablo y me sentía culpable. Hoy puedo dormir en paz y sentirme limpio. Vivo una batalla que libro día a día, cuando llega el final de la jornada y no he consumido, me siento bien. Me hacen varias pruebas de orina a la semana y siempre salgo limpio, porque le pido a Dios que me ayude. Tengo que demostrar a quienes me dieron esta nueva oportunidad que estoy siendo honesto y agradecido con este nuevo chance.
Dios fue tan generoso conmigo que me cuidó, me conservó para tener éxito en un trabajo muy difícil, como es el batear en Grandes Ligas, y quiero que me entiendan, por eso hablo de él y él es la única razón por la que he vuelto a vivir. Ahora comparto con mi esposa Kathy y mis tres hijas.
Uno suele lastimar a las personas que tiene más cerca, mi familia sufrió mucho, sin ellos no estaría donde estoy hoy". -Hamilton
A Lou Pinella quien era el director de los Rays, le tocó vivir el caso de Josh Hamilton, se cansó y pidió a los Rays que lo dejaran libre. Al sacarlo del roster de 40 en el 2006, los Cubs de Chicago lo pudieron seleccionar por la regla 5 e inmediatamente lo vendieron a los rojos de Cincinnati por 100,000.00 dólares.
Esta regla estipula que si un equipo te selecciona, tiene que incluirte inmediatamente en el roster de los 25, y eso fue lo que ocurrió en el 2007, y en el entrenamiento primaveral bateó para 403. Cuando este hombre apareció el 2 de abril, primer juego de los Rojos, recibió una ovación que duró 22 segundos, todos de pie ante el nacimiento del nuevo Josh Hamilton. Luego los Rojos, lo cambiaron a Texas por Edinson Volquez y Dany Herrera.
Hamilton ha puesto números impresionantes con Texas, y en el 2008 lo llamaron al Juego de las Estrellas por la Liga Americana y en el Home Run Derby pegó 35 home runs, el segundo en la historia con más home runs en esa competencia. Este año no pudo jugar la temporada completa, pues tuvo algunas lesiones. Se le vio compartiendo en una fiesta con unos amigos, luego se le hicieron los exámenes y resultaron negativos.
NUESTRO DIOS ES GRANDE Y SU PLAN PARA NUESTRA VIDA ES ETERNO.
RESIENTEMENTE Josh Hamilton fue nombrado MVP del triunfo más importante en la historia de Texas.