Baitoa, preludio de la gloria (3)

Por: Rafael Peña. 2009
Me contó mamá (doña África) que siendo ella muy joven, ocurrió en Baitoa un incendio en el que se quemo el pequeño local que servia de albergue a los miembros del Club Unión y Progreso.
Ese local estuvo situado, donde en la actualidad esta el parque. Enseguida se organizó un comité con el propósito de adquirir un terreno y construir uno nuevo. Mamá fue la secretaria del comité y el cuadro de tierra que se compro resulto ser el mismo que en la actualidad sostiene la última edificación de las varias que fueron construidas a través de los años. Dice mama que don Ramón Fernández {Moncito) presto el dinero que se necesito para comprar la tierra y que un miembro del club que se destacó en esa tarea fue don Mendo Pineda.
Mi madre nació el 5 de mayo de 1911, es decir que podemos situar esos acontecimientos allá por los años entre 1925 y 1930. Se comprueba entonces, que mucho antes de mi generación ya en Baitoa existía liderazgo social.
En esa época en el país no había estabilidad política y fue cuando se inicio la conocida Era de Trujillo en 1930. Es importante resaltar este dato para que se entienda que nuestro liderazgo no fue el fruto de la incipiente dictadura.
El club tenia reglas muy estrictas que cada socio debía respetar para mantener su condición de tal. Incluso, hasta hace pocos años para que un aspirante a miembro lograra su entrada, tenia que conseguir una votación favorable de más del 75% de los asistentes a la reunión convocada para tal fin. Con el paso del tiempo ese sistema fue cambiando hasta que finalmente un aspirante lograba su aceptación con el voto favorable de la mayoría simple. Los hijos de socios obtenían su membresía automática al cumplir los 18 años.
En el año 1983 me correspondió el honor de presidir la directiva del club por dos años. Rápidamente hube de enfrentar una difícil situación derivada de la apatía de una considerable cantidad de socios que por distintas razones estaban atrasados con los pagos de sus cuotas; algunos hasta con varios años. Para mi proyecto de presidencia tenia que solucionar ese problema porque de lo contrario el camino menos doloroso sería renunciar. Me dirigí donde la eterna secretaria, señora Pérez de González {purita} y le solicite me prestara cuadernos de actas que se remontarían al tiempo más antiguo. Deseaba percatarme de como se desenvolvía el club en los años, cuando yo todavía me encontraba en Nueva York para que me ayudara a encontrar una explicación al por que de esa irregularidad antes señalada. Ya bien edificado consulte con mis dos más cercanos amigos: mamá y papá. Ambos estuvieron de acuerdo con mi plan y así fue que en la próxima reunión dije: Desde este momento se escribirán en esta pizarra los nombres de los socios que estén al día con sus pagos. El resultado fue que en dos meses conseguimos una finanza que nos permitió comprar sillas nuevas; mesas nuevas; pintamos el local; floreros para adornos e instalamos tres abanicos eléctricos para refrescar el ambiente en tiempo de calor. Una vez mas, el conocimiento del pasado jugo un importante papel, porque de la consulta con los archivos surgió las idea que me permitió no renunciar y me llevo a la conclusión de que: Es preferible enaltecer a quien cumple antes que criticar a quien no.:
En la última entrega de esta serie, escribiré acerca de obras sociales en nuestra comunidad, desde la llegada del Club de Leones hasta la más costosa y trascendental de toda nuestra historia;
COMPLEJO DEPORTIVO SERGIO PEREZ.

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